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El gas de esquisto y la neoestrategia de EE.UU.

A continuación, reproducimos la primera parte del artículo de fondo El gas de esquisto y la neoestrategia de EE.UU, de Fernando Liborio Soto, publicado en la página web del Instituto Español de Estudios Estratégicos(IEEE) del Ministerio de Defensa del Gobierno de España.

A continuación, reproducimos la primera parte del artículo de fondo El gas de esquisto y la neoestrategia de EE.UU, de Fernando Liborio Soto, publicado en la página web del Instituto Español de Estudios Estratégicos(IEEE) del Ministerio de Defensa del Gobierno de España.

Desde aquí agradecemos la colaboración del IEEE y, personalmente, las facilidades para su publicación que nos ha ofrecido su segundo director, el Capitán de Navío D. Ignacio García Sánchez.

La próxima semana publicaremos la segunda y última parte del artículo.

EL GAS DE ESQUISTO Y LA NEOESTRATEGIA DE EE.UU

Fernando Liborio Soto Sáez *

ieee

 

RESUMEN:

Al terminar la II Guerra Mundial, EE.UU. enfocó sus esfuerzos geoestratégicos hacia Europa, en detrimento del eje Pacífico. Tras la ruptura del bloque soviético, EE.UU. intenta volver a definir su estrategia hacia el Pacífico, en el que surge ahora un potencialmente poderoso competidor, la República Popular China. Para conseguirlo debe salvar dos escollos: la aparición de un terrorismo sin fronteras de corte yihadista y su continua dependencia del petróleo árabe. No obstante, el agotamiento de Al Qaeda y la salida de ISAF del escenario afgano, unidos a la primavera árabe, están dando como resultado el cambio de escenario del terrorismo yihadista, orientándose hacia la franja Magreb-Sahel. Siendo Europa el Occidente más cercano, EE.UU. puede verse liberado de este escollo, aunque para ello deba redefinir algunos aspectos de la OTAN. Por otra parte, su dependencia del petróleo árabe puede verse afectada en virtud de las conclusiones del informe que recientemente ha lanzado la International Energy Agency, y que pueden colocar a EE.UU rumbo al Pacífico. Sin embargo, si se confirman las hipótesis referidas en el informe, las posibles repercusiones que tendrían en el área de Oriente Medio, con Israel como principal aliado de los norteamericanos en la misma, podrían bloquear la neoestrategia norteamericana.

INTRODUCCIÓN

Motor de la evolución y del progreso, a través de la historia el petróleo ha supuesto un elemento determinante en los conflictos más significativos del siglo XX. Hoy, el oro negro conserva intacta su capacidad de atracción y a pesar de algunos temores sobre el mantenimiento de la producción mundial, lejos de apagarse la llama del crudo, la IEA (International Energy Agency) ha abierto de nuevo la espita, proporcionando a EE.UU. un nuevo impulso en su enfoque hacia el Pacífico. La posibilidad de que EE.UU. se sitúe a la cabeza del control del mercado de los hidrocarburos supone un indudable empuje para su nueva estrategia con respecto al Pacífico, donde la República Popular China (RPC) avanza como el país emergente con mayor potencial para convertirse en un serio competidor de Norteamérica por el liderazgo mundial.

Sin embargo, lo que supondría un nuevo orden en el espectro geoeconómico, arrastraría a una incierta situación a otras zonas del planeta, como determinadas áreas de Oriente Próximo, cuya estabilidad se debe, entre otros factores, al mantenimiento de sus cotas de mercado del crudo. Si dichas cotas se vieran notoriamente modificadas, el panorama social de los países de la citada zona podría verse alterado ante el empuje del islamismo, siendo Israel el país más directamente afectado por un hipotético auge del mismo. Además, la expansión de esta inestabilidad al Sahel, en el norte de África, dónde países como Francia, Italia o España tienen intereses comerciales, tendría repercusión en la Unión Europea. Así, tras la desaparición del viejo bloque soviético y en un mundo intercomunicado donde las fronteras entre los países parecen disolverse en las páginas de los viejos atlas, el giro de EE.UU. hacia el Pacífico traslada a Europa la responsabilidad del control de un yihadismo expansionista en un cercano norte de África, de sutiles líneas fronterizas para algunos protagonistas de la actualidad yihadista.

De esta manera, en su giro estratégico hacia el Pacífico, EE.UU. debe de tener en cuenta no solo el potencial del gas de esquisto, conocido como “shale gas”, o la importancia del nuevo escenario geoestratégico, el Pacífico, sino también factores colaterales como la situación de la lucha  contra el terrorismo  islamista tras el repliegue de ISAF en Afganistán y la OTAN pos Afganistán; el papel de la Unión Europea; las relaciones de Israel * con la Administración norteamericana; y, finalmente, las lecciones aprendidas de la historia.

DEL PETRÓLEO AL GAS DE ESQUISTO: HISTORIA DE UN BIEN ESTRATÉGICO

Desde que en 1861 apareciera el primer pozo surgente de petróleo en Pensilvania (EE.UU.) hasta la actual puesta en práctica del “fracking”, la historia de la explotación de los hidrocarburos ha pasado por sucesivas etapas, en las que la hegemonía de las empresas americanas comenzó siendo la pauta[1]. Sin embargo, EE.UU. perdió la influencia sobre el crudo de Oriente Medio tras la II GM, comenzando, en la década de los 70, el dominio árabe del mercado del petróleo.

Pero esta situación puede cambiar si tenemos en cuenta el último informe de la IEA, el “World Energy Outlook 2012”[2], que prevé que “EE.UU. se convierta en el mayor productor de petróleo en el 2017 (adelantando hasta mediados de la década del 2020 a Arabia Saudí) y que empiece a notar los efectos de las nuevas medidas de eficiencia energética en el transporte”, añadiendo que Norteamérica se puede convertir en “exportador neto de petróleo hacia el 2030”. Además, el informe refiere que “el incremento de la producción total de petróleo se debe en su totalidad al petróleo “no convencional”, conocido como “shale gas”, gas de esquisto, o gas pizarra. (Fig. 1[3]).

 

Fig. 1.- Cuencas estimadas de shale gas en 32 países.
Fig. 1.- Cuencas estimadas de shale gas en 32 países.

El gas de esquisto, cuyo potencial energético es conocido desde hace varias décadas pero que no ha sido hasta hace escasos diez años cuando su explotación se ha convertido en una posibilidad factible, se trata de un hidrocarburo que se encuentra “disuelto” entre la roca de esquisto, a profundidades superiores a los 3.000 metros, donde la presión ejercida contribuyó a la dispersión del gas en el interior de la propia roca, encerrándolo en diminutas bolsas. Para poder extraerse, primero es necesario liberarlo para que se aglutine en depósitos, lo que implica fracturar la roca. Para ello se emplea una técnica denominada “fracking” o “fracturación hidráulica”, combinada con la perforación  horizontal. Considerada en sus comienzos como altamente costosa, pero que gracias a los adelantos técnicos y a la disminución de costes se está pudiendo aplicar, el “fracking”   consiste en la inyección de agua a alta presión en rocas emplazadas a entre 3.000 y 5.000 metros de profundidad, provocando en las mismas pequeñas fracturas que liberan el gas. (Fig. 2).

 

Fig. 2.- El shale gas se encuentra incrustado en la roca a grandes profundidades.
Fig. 2.- El shale gas se encuentra incrustado en la roca a grandes profundidades.

La protesta suscitada por parte de determinados sectores sociales, que argumentan con fatales consecuencias medioambientales originadas por la contaminación de acuíferos, el elevado consumo de agua o el riesgo sísmico, ha sido debatida contrariamente por otros agentes, como la Real Academia (española) de Ingeniería que desvela que “sin la fracturación hidráulica se estima que el 80% de la producción no convencional de gas no existiría”[4].

No exento de controversia por los riesgos que conlleva, el “fracking” puede suponer un nuevo empuje en la producción de crudo y, según las conclusiones del referido estudio de la IEA, a tenor de los yacimientos existentes en EE.UU. y Canadá (países ambos de la OCDE y que comparten una de las mayores reservas de gas de  esquisto del planeta) puede coadyuvar a la consecución del sueño de Nixon[5], la autosuficiencia energética de los Estados Unidos. No en vano, Daniel Yergin, autor de Historia del Petróleo, afirma que actualmente un 30% de la producción norteamericana de gas proviene del esquisto y se prevé que su exportación se pueda llevar a cabo en unos dos años. En la misma línea, la petrolera BP predice la autosuficiencia americana hacia el 2030.

Para Faith Birol, economista jefe de la IEA, “los cimientos del sistema energético mundial están a punto de tambalearse”.

No en vano, a pesar de que la consultora Deloitte apunta en su estudio “Oil and Gas Reality 2012” que la producción de este gas pizarra está aún lejos de ser clave, las empresas petroleras que investigan la existencia de dicho gas colocan otro peso en el platillo occidental de la balanza, al señalar la presencia de depósitos de petróleo en países de la OCDE, cuyas estabilidades políticas atraen a la inversión más que en los países de Oriente Medio y del norte de África, afectados de una creciente inseguridad interna. Así, una potencial disminución inversionista por parte de Occidente alimentaría aún más la posible situación de inestabilidad socioeconómica.

 

Fig. 3.- Cuencas de shale gas en EE.UU.
Fig. 3.- Cuencas de shale gas en EE.UU.

Sin embargo, si bien el hecho de que EE.UU. comparta una de las mayores reservas de gas de esquisto del planeta (Fig. 3) [6] supone un impulso para su neoestrategia, por otra parte, China intentará seguir manteniendo su mercado del crudo árabe a través de las rutas marítimas. Para ello, ambos países deberán controlar su libertad de movimiento y de acción en el nuevo escenario: el océano Pacífico.

Fernando Liborio Soto Sáez *

Brigada de Artillería

 

 

Seguir leyendo (segunda parte).

 


[1] YERGIN, Daniel (1992) LA HISTORIA DEL PETRÓLEO. “En las décadas de 1870 y 1880, la mitad de la producción americana se destinaba a la exportación, representando el queroseno un 25% del total de las exportaciones”.

[2]http://www.worldenergyoutlook.org/pressmedia/recentpresentations/PresentationWEO2012launch.pdf

[3] EIA World Shale Gas Resources:*Technically recoverable reserves. Source: US DOE/EIA’s ‘World Shale Gas Resources: An Initial Assessment of 14 Regions Outside the United States’ published April 5, 2011.

[4] LUNA SIERRA, Emilio y GARCÍA SAN MIGUEL, Alberto Aparicio. Ingenieros de Minas. “Situación actual y perspectivas de los hidrocarburos no convencionales”. Presentación. Real Academia de Ingeniería. Disponible en: http://www.shalegasespana.es/es/index.php/prensa/blog/entry/el-fracking-visto-por-la-real-academia-de-ingenieria.

[5] NIXON Richard: «Address on the State of the Union Delivered Before a Joint Session of the Congress». January 30, 1974. “Let this be our national goal: At the end of this decade, in the year 1980, the United States will not be dependent on any other country for the energy we need…”.

[6] Fuente: http://www.getmoneyenergy.com/2010/01/investing-in-shale-gas-pros-cons-racking

[*] NOTA: las ideas contenidas en los Documentos de Opinión son de responsabilidad de sus autores, sin que reflejen, necesariamente, el pensamiento del IEEE o del Ministerio de Defensa.