Olafur Eliasson es uno de los artistas contemporáneos más famosos y prolíficos del mundo: ha expuesto en buena parte de los mejores museos y galerías, como la Tate Modern de Londres o el MOMA de Nueva York; trabaja para empresas como BMW y Louis Vuiton, ha participado en numerosos proyectos de arquitectura (muchos de ellos han sido premiados), es profesor en Universidad de las Artes de Berlín, y en los últimos diez años se han publicado más de 45 libros sobre él. Sin embargo, este artista danés que vive a caballo entre Copenhague y Berlín, se define como un humanista comprometido con la ecología, la ética y la responsabilidad social, al que le gusta arriesgar e involucrarse en proyectos creativos relacionados con la innovación, la ingeniería y lo artesanal que contribuyan a mejorar nuestro entorno. Y esto es lo que le ha guiado a la hora de poner en marcha el proyecto Little Sun, un proyecto que inició en 2012 y al que ahora se ha sumado el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts).
Little Sun, un proyecto social y global
En el mundo hay, aproximadamente, 1,6 billones de personas sin electricidad. Según Eliasson, lo que subyace bajo esta realidad no es tanto una cuestión de pobreza energética como de falta de oportunidades para el desarrollo. Con este convencimiento, hace dos años su estudio desarrolló Little Sun: una lámpara con un atractivo diseño compuesta por un pequeño panel solar, una batería para almacenar la energía del sol y un led que la emite en forma de luz. Tras cargarla durante cinco horas al sol, proporciona luz durante 10 (cuatro si se utiliza a su máxima potencia).
El objetivo de Eliasson y del ingeniero que participó en el desarrollo de la lámpara, Frederik Ottesen, era proporcionar luz “limpia” a un precio asequible a las comunidades de nuestro planeta que no tienen acceso a la electricidad, involucrando a pequeños distribuidores y comerciantes locales para crear puestos de trabajo y generar beneficios en sus países. Por eso Little Sun es también un proyecto social y global que el transcurso de estos dos años ha cambiado la vida de muchas comunidades de Zimbabue, Uganda, Kenia, Burundi, Senegal, Etiopía, Nigeria y Sudáfrica con más de 210.000 “soles” vendidos en todo el mundo (93.000 a zonas sin red eléctrica) que han modificado la vida de 500.000 personas, han reducido, según sus cálculos, 6,300 toneladas de emisiones de CO2 y ahorrado más de 2 millones de dólares en gasto energético.
El MIT, el mejor partner para Little Sun
Hasta la fecha, se han unido al proyecto 200 empresarios africanos, pero Eliasson se ha propuesto que Little Sun sea un proyecto realmente global que eduque a la población de todo el mundo en los beneficios de la energía solar y de las fuentes energéticas sostenibles en general. Para ello ha encontrado a los mejores partners: la gente del MIT. Utilizando sus propias palabras: “Este proyecto es el ejemplo perfecto del tipo de cosas que en el MIT quieren empujar: coger algo abstracto como es entender la energía y tener la habilidad de hacerlo tangible de una manera simple; aunar teoría y acción, lo cual es crucial cuando se quiere realizar un cambio de gran impacto. En este sentido, la capacidad del MIT supera a la de cualquier compañía. Ellos tienen expertos en circuitos eléctricos, en nuevos materiales, en baterías y en negocios”.
Cuando una comunidad vive sin luz eléctrica, todas sus estructuras básicas quedan afectadas: los niños no pueden estudiar a partir del atardecer, por lo que su rendimiento escolar disminuye; la actividad de los comercios queda limitada a las horas de luz natural, los servicios sanitarios dejan de ofrecer las garantías necesarias y actividades cotidianas como cocinar o socializar se convierten en actividades complejas.
Tal como afirma el ingeniero Frederik Ottesen: “Disponer de energía conlleva tener acceso a oportunidades que de otro modo nos estarían vetadas. Little Sun es el primer paso de los muchos que tenemos que dar en este tema a escala global”. El proyecto comparte y apoya el programa de las Naciones Unidas para conseguir este acceso universal a la energías sostenibles en 2030.
Las empresas y comunidades interesadas en participar en este proyecto pueden ponerse en contacto con la fundación que se ha creado a través de su página web, desde donde los particulares también pueden adquirir la lámpara o consultar en el mapa en qué ciudades está disponible (el precio es más alto en los países desarrollados, 22 euros, para poder comercializarla a un coste más bajo en los países pobres).