El pasado 20 de marzo se produjo un eclipse solar visible, en mayor o menor medida, en todos los países de Europa (además de en el norte de África, el oeste y norte de Asia y Oriente Próximo). Previamente, los responsables de la red eléctrica europea trabajaron durante meses implementando las medidas necesarias para que la población y las empresas no sufrieran los efectos de este fenómeno astronómico, ya que la red eléctrica en el continente está interconectada. Los medios de comunicación de todos los países alertaron sobre la posibilidad de graves consecuencias para una gran parte del continente señalando que el eclipse iba a poner a prueba el sistema eléctrico de Europa. ¿Por qué se produjo esta alarma?
Actualmente, las energías renovables, principalmente la solar y la eólica, tienen un peso específico nada desdeñable en la producción global de energía. La generación fotovoltaica, por ejemplo, cubre el 3 % de todo el consumo energético que se produce en Europa. Y la eólica, aunque está por debajo de esta cifra, depende de las radiaciones solares para su correcto funcionamiento. Cuando se produce un eclipse solar, la brusca disminución de la luz del Sol sobre los países afectados provoca, asimismo, una brusca disminución en su producción de energía fotovoltaica. Para hacernos una idea de lo que esto significa, basta decir que la energía que se pudiera dejar de producir durante 1 minuto en Europa por las fotovoltaicas equivale a la producción que genera en el mismo tiempo una central nuclear. Teniendo en cuenta que para que no se produzca un colapso en la red, la producción y el consumo de energía deben estar en constante equilibrio, ante un eclipse solar, la red eléctrica debe poder garantizar que el déficit de energía fotovoltaica será correcta e instantáneamente compensado por otras fuentes de producción durante la ocultación del Sol y volver a reequilibrar las fuentes de suministro una vez termina el fenómeno. De otro modo, y debido a que las redes eléctricas están interconectadas, se podrían producir cortes parciales o totales en el suministro eléctrico, hecho que afectaría a millones de ciudadanos y empresas.
Vídeo musical grabado durante el eclipse solar total que tuvo lugar en la localidad de Kvívík, en las islas Faroe, el 20 de marzo.
Una anomalía en la regulación del citado equilibrio, tendría, además, consecuencias lamentables para todas aquellas organizaciones en las que el correcto funcionamiento de la red eléctrica resulta de vital importancia: pensemos en centros hospitalarios, parques de bomberos, centros de datos, centrales telefónicas desde las que efectuar llamadas de emergencia, aeropuertos, etc. Y es que el desafío al que nos enfrenta un eclipse solar consiste, como hemos mencionado, tanto en disponer de fuentes alternativas de producción de energía como en regular perfectamente el suministro desde que empieza el fenómeno astronómico hasta que termina.
Si bien los grupos electrógenos no tienen la capacidad para contrarrestar un eventual colapso eléctrico a escala mundial o continental, sí la tienen para compensarlo localmente, evitando importantes perjuicios económicos y salvando vidas humanas: su instalación en todas aquellas compañías y organizaciones que no pueden permitirse un eventual fallo en la red les garantiza la continuidad del suministro, ya que, en estos casos, los grupos electrógenos de emergencia Inmesol entran en funcionamiento automáticamente, en cuestión de segundos.
En Inmesol disponemos de una amplia gama de grupos electrógenos de emergencia diseñados para dar solución a todo tipo de empresas, sean cuales sean sus necesidades de suministro y su ubicación geográfica.